Un recuerdo, una canción, una fotografía, un lugar, una fecha. A cada persona le pertenece una forma distinta de echar de menos. Al igual que hay distintos días para echar de menos a distintas personas.
Hay días que acabo un texto y miro por la ventana, veo cómo el cielo me intenta hablar. A veces apunto de llover y otros dispuesto a que salga a la calle para verle mejor.
También están los días que paso con el bus por el lado de ese banco y.
Otros en que alguien dice una frase que te hace quedarte embobada por unos segundos recordando la sonrisa de esa persona.
Puedes echar de menos cuando acaricias otro ombligo. Cuando fumas. Cuando te abrazas a ti misma.
Cuando escribes un nombre sin querer. Cuando cantas. Cuando te sientas cerca de una botella de ron.
Cuando te quedas a solas, estando rodeada de gente. Cuando te pones los cascos y quitas el aleatorio.
Cuando te tumbas en la cama y sientes tus latidos. Cuando te pones unos tacones o te pintas los labios.
Cuando te miras al espejo.
Se puede echar de menos de forma lenta. Destruyéndote, despacio.
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