sábado, 24 de noviembre de 2012

Por no llorar por dentro escribo esto.



¿Por qué es tan difícil querernos? Quizás me engaño a mí misma pensando que podemos volver a ser uno. Siempre serás mi primer plano, por mucho que se me llene la boca de decir que te olvido. Mis párrafos siempre te tendrán como dueño. E incluso a veces me traiciono a mí misma escribiendo tu nombre en el margen. Mis lágrimas, mis silencios, mi insomnio, llevan tu nombre. Eres tú. Es el miedo a que me olvides. Yo miro el reloj como si valiese de algo. Como si me sirviese de algo saber si son las tres o las cinco de lo mañana. Nos hacemos daño, sentimos las grietas agrandarse en nuestro corazón sin solución alguna. Yo y mi puta manía de guardar todo lo que me importa. Guardo tu recuerdo en mi corazón. Tus cartas en mi cajón de la mesilla. Guardo cada día que no tenemos por si algún día te da por regresar a por mí. Tengo los ojos tristes y  la esperanza en vena. Recuérdalo. Recuérdame.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Lo que mi cama calla lo hablo con la almohada.



Mientras tú lloras la luna te mira, intacta. Mientras tus lágrimas recorren cada milímetro de tus mejillas, tu almohada te consuela como fiel amiga, o solo como compañera, no sé. No más charlas sentados en tu cama, ni más 'vamos a tomarnos algo' para volver a las tantas, ni más besos en la frente que te hacían sentir esa libertad en el pecho, ni más navidades todos juntos, ni más nada, solo recuerdos. Jamás olvidarás esa forma que tenía de arroparte con su tierna voz cada vez que necesitabas a alguien para hablar. Siempre estaba dispuesto a tenderte una de sus manos con las que transmitía tanta fuerza como calor. Su sonrisa siempre al frente, siempre... Así le recordarás, feliz. Porque dicen que alguien no se muere hasta que se le olvida, dicen. Todo pasa demasiado rápido, casi sin darnos cuenta. Como un puto soplo.