domingo, 23 de diciembre de 2012

Pasar la noche teorizando acerca del amor.

Nunca me ha gustado depender de nadie y aún así he dejado que seas tú el pilar que lo sujeta todo. Tú asumiste el papel de príncipe azul sin que yo te lo pidiera, sin ni siquiera saber que yo no creía en ellos. 'Mi príncipe verde' solía llamarte.
He olvidado lo que era no invertir mi tiempo en noches acariciándote la espalda o contando tus lunares. Esta impregnado por tu olor toda mi habitación, todo lugar que me recuerde a ti. El roce de mis labios en tu cuello hace que te estremezcas de tal forma que soy yo la que me llego a derretir. Esos pequeños vicios que me mantienen viva.


''Dame besos, pero besos de amor''

domingo, 16 de diciembre de 2012

Porque es suyo lo que palpita a mi izquierda.

En la escalera de cualquier calle de Madrid. Envuelta en un mar de llantos. Oigo cada latido de mi corazón. Aunque cada latido es tuyo, es por ti. Cada vez que recuerdo esas palabras siento que aumenta mi ritmo cardíaco, mi ritmo de dolerte. Yo no sé qué coño hago hoy despierta. ¿Para qué? Si cada día sin ti duele más. Quiero un jodido domingo libre de encender el ordenador solo para ver si me has dejado algún mensaje, pero...  Solo el tiempo sana, pero a mí me faltan ganas. Tengo el corazón descompuesto, ya no le quedan motivos para seguir con su función. No hay una cura a esto. O no la encuentro, no sé. Me pesan demasiado los latidos.
Quizás esté echa para quererte por siempre por muchas hostias que me lleve. O quizás, simplemente, no quiero que lo nuestro sea sólo un recuerdo. Pensar en tu olor abrazándome hace que roce el cielo, y pensar en tus besos, eso sí que no tiene precio. Quedarme mirando una foto, por mucho que los sentimientos me rompan.


Mi corazón es tuyo, así que cuídalo, que se daña con facilidad.

lunes, 10 de diciembre de 2012

No puedo describirte cuanto dueles.

Hoy me apetecía escribirte, como una de tantas veces. En secreto, sin que nadie excepto nosotros dos sepa que todo esto va para ti. Que en mis textos siempre suelo subrayar tus iniciales. Jamás he conocido dolor tan bonito como escuchar tu nombre. He deseado despertarme algún día sin echarte de menos. Sin recordarnos. Y todavía no ha pasado ningún día que pueda hacerlo. Estas hojas están acabando con lo poco que queda de mí, pero ya me da igual. Ya me he acostumbrado a tu recuerdo, a el vacío de mi corazón que lleva tu nombre, a las miradas dolorosas, a no encontrar dónde nos dejamos las promesas, a quererte por mucho que intente evitarlo.


sábado, 1 de diciembre de 2012

He dejado pero no de quererte.

Eres una parte de mí. Eres, posiblemente, el pilar más imprescindible para que no me derrumbe completamente. Eres mi alegría, por muy pequeña que sea. Eres mi 'siempre' hecho realidad.
Quizás mañana te mire con otros ojos, más dilatados, más tristes, más ahogado en la penumbra, pero siempre quedará un pequeño brillo que te muestre que eres mi razón para seguir en pie. Tú y yo tenemos algo más importante que los lazos de sangre, nuestra amistad rompe todos los esquemas. Somos hermanas separadas al nacer. Somos lo contrario en tantas cosas e iguales en otras tantas. Somos una.


Nadie puede entender lo que tenemos, es tan grande que no se puede medir por palabras. Eres de lo poco que me queda y de lo que más valoro. Hermana, eres la mejor.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Por no llorar por dentro escribo esto.



¿Por qué es tan difícil querernos? Quizás me engaño a mí misma pensando que podemos volver a ser uno. Siempre serás mi primer plano, por mucho que se me llene la boca de decir que te olvido. Mis párrafos siempre te tendrán como dueño. E incluso a veces me traiciono a mí misma escribiendo tu nombre en el margen. Mis lágrimas, mis silencios, mi insomnio, llevan tu nombre. Eres tú. Es el miedo a que me olvides. Yo miro el reloj como si valiese de algo. Como si me sirviese de algo saber si son las tres o las cinco de lo mañana. Nos hacemos daño, sentimos las grietas agrandarse en nuestro corazón sin solución alguna. Yo y mi puta manía de guardar todo lo que me importa. Guardo tu recuerdo en mi corazón. Tus cartas en mi cajón de la mesilla. Guardo cada día que no tenemos por si algún día te da por regresar a por mí. Tengo los ojos tristes y  la esperanza en vena. Recuérdalo. Recuérdame.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Lo que mi cama calla lo hablo con la almohada.



Mientras tú lloras la luna te mira, intacta. Mientras tus lágrimas recorren cada milímetro de tus mejillas, tu almohada te consuela como fiel amiga, o solo como compañera, no sé. No más charlas sentados en tu cama, ni más 'vamos a tomarnos algo' para volver a las tantas, ni más besos en la frente que te hacían sentir esa libertad en el pecho, ni más navidades todos juntos, ni más nada, solo recuerdos. Jamás olvidarás esa forma que tenía de arroparte con su tierna voz cada vez que necesitabas a alguien para hablar. Siempre estaba dispuesto a tenderte una de sus manos con las que transmitía tanta fuerza como calor. Su sonrisa siempre al frente, siempre... Así le recordarás, feliz. Porque dicen que alguien no se muere hasta que se le olvida, dicen. Todo pasa demasiado rápido, casi sin darnos cuenta. Como un puto soplo.

domingo, 28 de octubre de 2012

Mis ojeras y heridas dicen que el alma no olvida.


Que el insomnio no hace más que recordarte y mis silencios te llaman. Amar y odiar se juntan por ti aunque son extremos, pero duele menos recordarte que verte. Que es por ti por el que suelo quedarme sentada en un rincón de mi cama en silencio pensando en cómo coño hacer para sacarte de mi cabeza, me rompo por dentro. Joder, que si hay alguien ahí arriba que me escuche. He llenado tantos folios de palabras y lágrimas por ti que parece que solo vivo para ello, y en el fondo puede ser verdad. Estoy perdiendo trenes que no volverán a pasar por tu puto recuerdo. El pecho lleno y en las manos nada. No quiero hacerme más daño, pero todo lo que siento es demasiado. Agonizo, lloro, me lamento, me destruyo poco a poco, y para nada, porque la nostalgia siempre gana la batalla.

sábado, 27 de octubre de 2012

En la ciudad de la nostalgia.

Aquí lloramos cada día que recordamos lo perdido.

Solo quiero que sepas que fuiste mucho, demasiado quizás, para lo que te merecías. Que cuando lo das todo por alguien lo mínimo que esperas es que te devuelva ese cariño, y tú ni siquiera te molestaste en eso. Te limitaste a fallarme una vez tras otra hasta que yo no pudiese más, pues bien, lo has conseguido. Puede que mañana lo supere, pero hoy por hoy sigo estando hecha una mierda por echarte de menos. Joder, que te quiero.

Rascando los restos de ayer.

Hay heridas que se te quedan marcadas, que jamás cicatrizan. Que duelen demasiado, pero que no las coses porque todavía no puedes olvidarla. Cada vez que te das un golpe recuerdas que está ahí, porque piensas que nada te ha hecho tanto daño como esa, la primera. Solo el tiempo la curará, mientras tanto solo puedes dolerte por ella...


domingo, 21 de octubre de 2012

Te miro y elimino la tristeza en un suspiro.

El brillo de tus ojos al verme sonreír, las noches en vela hablando, las miradas de reojo, el suave tacto de tus manos, las ganas de morderte los labios cuando me hablas a centímetros, que seas el único que me anima cuando más me hace falta, la sobredosis de felicidad cuando me abrazas, tu capacidad para hacerme sentir única. Esos pequeños detalles que hacen que te quiera cada día más.

Lléname ese vaso y el cuello de besos.

Sé que no es fácil entregar tu corazón, sé que da miedo pensar que puedes engancharte a alguien como si fuese una droga para que después, puede, que te rompa el corazón, sé que es difícil aceptar que puede que esa persona sea la razón por la que quieras vivir cada día, la única que te alegra los domingos deprimentes o la que te quite las ganas de llorar, sé que es duro enamorarse y que da miedo. Pero vale la pena. Puedes arriesgarte y ganar o aprender; nunca perder. No tengas miedo a enamorarte, eso es la vida, aprender.

Amé llegar y odié las despedidas.

Una simple palabra puede hacerte trizas el corazón. Un último abrazo, últimas sonrisas, últimos besos, se resumen en un adiós. Cinco letras que posiblemente te taladren el corazón poco a poco, tramo a tramo. Sabes que después de esa palabra nada volverá a ser como antes, ni siquiera tú serás la misma, te faltará algo, un trocito de ti. Todo el mundo te dice que con el tiempo lo olvidarás, pero se equivocan. No se olvida, se aprende a vivir con ello.