Hoy me apetecía escribirte, como una de tantas veces. En secreto, sin que nadie excepto nosotros dos sepa que todo esto va para ti. Que en mis textos siempre suelo subrayar tus iniciales. Jamás he conocido dolor tan bonito como escuchar tu nombre. He deseado despertarme algún día sin echarte de menos. Sin recordarnos. Y todavía no ha pasado ningún día que pueda hacerlo. Estas hojas están acabando con lo poco que queda de mí, pero ya me da igual. Ya me he acostumbrado a tu recuerdo, a el vacío de mi corazón que lleva tu nombre, a las miradas dolorosas, a no encontrar dónde nos dejamos las promesas, a quererte por mucho que intente evitarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario