Pero tus labios han sido lo más cercano a escribir poesía que he tenido a mi alcance. Pero dibujar tu silueta en mi cama sí que se me daba bien. Pero podía contar tus lunares como estrellas y jugar con ellos como si fuera Dios colocando galaxias. Aunque sobre las películas de los años 50 sigo sin saber nada, porque cuando tú me ponías una de ellas yo me quedaba embobada mirando cómo se te erizaba el pelo al ver actuar a Audrey Hepburn.
Yo no sé cómo llegaste a quererme, ni cómo dejaste que me enamorase tanto de ti... pero no quería saber la respuesta.
No quería ver atardecer sin ti, no quería cantarle a otro oído, no quería mancharle la nariz de nata a nadie que no fueras tú, no quería que me apeteciesen más otras caderas, no quería sentir calor en otros brazos, no quería perderme en otros ojitos tristes.
Y sigo sin querer.
Pero te sigo queriendo a ti.
A ti y al ángulo perfecto que se creaba entre tus ojos y el papel manchado por mis tachones y mis párrafos inentendibles.
A ti y a tus ojeras.
A ti y a la forma en la que tus te quieros salían directamente de tus labios para acariciar mi tímpano.
A ti, a sístole y diástole.
quererte el dolor, maltratarte la felicidad,
rezarte las cartas, imprimirte la piel,
romperte las ganas, arreglarte el insomnio,
gritarte los silencios, ahogarte las frases.
PD:
A ti, Mi Amor.
Me dejas sin palabras Siltete
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