domingo, 9 de junio de 2013

Te hiero mucho.

Llamarte 'amor', aunque sea provisionalmente; abrazarte en mitad de la noche sin darme cuenta; flotar al escucharte tocar la guitarra; escribir un 'te amo' con las luces de neón de tu cuarto; poder tener nuestra propia cápsula del tiempo en una canción de Linkin Park, y crear arte con palabras que no oímos.
Eso era la rutina que me gustaba, para la que no me importaba despertarme a las siete de la mañana.
Pero ahora.
Ahora somos una cuchara y un tenedor separados por un plato. Somos lo que prometimos no convertirnos nunca. Somos sin llegar a ser.
Ahora solo somos metáforas. 


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