domingo, 3 de marzo de 2013

Escribo malestar para estar bien.

Tan destructivo que me recompone, tan apoteósico que completa. Era efímero, pero bastaba. Los golpes contra la pared amortiguaban las palabras. El frío que recorre mi espalda todavía susurra tu nombre cada noche. Conversaciones mudas entre tus ojos y mis labios (siempre se entendieron bien). Demasiados sentimientos para tan poca cosa como yo; me pueden, quizás. Vivíamos atrapados en nuestro propio junio, hasta que llegó noviembre y nos congeló los sueños. 
Sigo queriendo tener tus costillas clavándose en mí.
A mí me gustaba disfrazarme de dura y a ti de feliz. Terrible combinación, pero.
Deshacíamos todos los cuentos de princesas para convertirlos en un caos que nos gustase. Acostumbrados a perdernos entre lo bello y lo complicado. Detallando cada día la mínima curva de tu imagen en mi memoria, para que se mantenga intacta, como si todavía estuvieses aquí. 
'Sólo nos queda una razón que nadie entiende'. 
Decidimos desaprender todo sobre el amor y empezar de cero. Intentando sobrevivir a nuestro propio infierno. Desgastándonos poco a poco. Todo se quedó más vacío que nunca. Incompleto. Era desesperante saber que tus ojitos grises jamás volverían a mirar a través de esa ventana.
Soy un intento fallido de protegerme del vicio de tu piel. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario